miércoles, 28 de febrero de 2018

Reconstrucción por el sismo: robo en despoblado

Jaime Luis Brito
La tragedia en Jojutla / Foto: Margarito Pérez Retana/Proceso

Las miles de familias damnificadas por el sismo del pasado 19 de septiembre han sido abandonadas totalmente por las autoridades locales y federales, mientras que los millones de pesos destinados a la famosa “reconstrucción”, se están utilizando pero de manera discrecional y opaca, lo que en tiempos electorales significa que se usarán, o ya se están usando, para apuntalar candidaturas.
Este martes, vecinos de la zona más afectada de Jojutla denunciaron que los apoyos no están llegando, que en el mejor de los casos llegan “rasurados”, pero en la mayoría de los casos las cuentas bancarias están “congeladas”, mientras que las familias han pasado ya cinco meses y están por cumplir seis viviendo a la intemperie, o de menos, dentro de una casa de campaña, donde han tenido que afrontar las bajas temperaturas, que han sido atípicas este año en la zona sur de Morelos; ahora también las altas temperaturas de las últimas cuatro semanas.
Pero también, este martes, en la Ciudad de México, especialistas del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), dieron a conocer que mientras las comunidades afectadas por el sismo no han podido reparar su espacio vital, por otra parte no existen mecanismos que permitan revisar y transparentar el uso de los recursos públicos que han sido destinados a las decenas de programas para la reconstrucción.
Este misma semana, por otra parte, se dio a conocer como existe también un estancamiento en la restauración del patrimonio cultural e histórico, que como usted sabe, fue afectado seriamente por los sismos de septiembre pasado. Esto podría convertirse en un problema social serio, pues, de acuerdo el reportaje de Judith Amador de la revista Proceso, “La restauración del patrimonio cultural dañado por los sismos de septiembre de 2017 no sólo está enfrentando la maraña burocrática que ha impedido el flujo expedito de los recursos económicos. También el inminente inicio de las campañas electorales amenaza con enturbiar el proceso”. Todo ello provocaría “la indignación de las comunidades crece por no saber cuándo comenzará el rescate de sus bienes”.
¿Qué está pasando? Esto es lo que pienso. Por una parte, es que la sociedad mexicana, llevada de la mano de la mayoría de los medios de comunicación, ha entrado en esa fase de polarización (aún más) respecto de las próximas elecciones. Observamos el proceso electoral como si fuera un partido de futbol y mientras ocurre, nos dedicamos a descalificar al que va con otro candidato y a tratar de apuntalar con aplausos al nuestro. Con ello, todos los otros temas sólo son relevantes si tienen algo que ver con los candidatos y sus disputas.
En tanto que los medios de comunicación se llenan de espots falaces que no aportan nada y que se repiten como sonsonetes; mientras los noticiarios nos presentan el escándalo de cada día, siempre dando mayor cancha a los intereses que más pagan. En medio de todo ello, están las encuestas que parecen los momios de las apuestas deportivas, vaciando de todo sentido lo que realmente está en juego: el futuro del país.
Así que la tragedia del sismo, la que nos movió a hacer algo en septiembre pasado, ha quedado desplazada a un segundo o tercer lugar, no importa.
En ese marco, detrás del telón del montaje gubernamental, en el país y en el estado, ambos temas se tocan: la tragedia abrió la puerta al uso de nuevos recursos públicos, aplicados por los propios agentes gubernamentales, ligados a partidos políticos; mientras que la elección ya está aquí. Así que efectivamente, de forma burda y prosaica, el gobierno de Graco Ramírez y el de Enrique Peña Nieto, están utilizando los recursos públicos destinados a la reconstrucción a beneficiar a sus candidatos.
Sólo un botón de muestra. Ayer, luego de la denuncia de las personas afectadas en Jojutla por el sismo, los aparatos de comunicación del gobierno de Morelos “se deslindaron” de los fraudes con los apoyos; mientras el propio delegado de la Sedatu, de la cuestionada Sedatu de Rosario Robles, aseguró que si no han llegado los apoyos es porque Graco Ramírez no ha entregado los recursos que le corresponden al estado. Esto es un robo en despoblado.

Engranes: Finalmente, hoy los diputados locales, estos que echaron para atrás la Ley de Participación Ciudadana, de la Legislatura que más ha hecho daño a la sociedad morelense por todas las reformas que ha aprobado, estrena su nueva sede legislativa, para la que se pidieron prestados 500 millones de pesos, que vamos a pagar usted y yo, y para la que finalmente se utilizaron mil millones de pesos. ¿De qué nos sirve?...
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martes, 27 de febrero de 2018

Las personas desaparecidas

Jaime Luis Brito
Se cumplieron 41 meses de la desaparición
de los 43 normalistas de Ayotzinapa / Foto: D10

La desaparición de 43 jóvenes estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos ubicada en Ayotzinapa, Guerrero, cumplió 41 meses, sin que hasta el momento exista certeza de qué fue lo que ocurrió y todo parece indicar que la mayoría de los detenidos son peces pequeños o simplemente, sus procesos son circunstanciales. En cualquier país democrático este solo hecho hubiera provocado hace mucho que las más altas autoridades renunciaran. En México, el gobierno federal dijo: “Ya supérenlo”.
La desaparición de estos jóvenes es una herida abierta que todavía no encuentra justicia. Pero lo peor de todo, es que la desaparición de estos jóvenes ocurrida en Iguala el 26 de septiembre de 2014, es sólo uno de los miles de casos de personas desaparecidas en los últimos 12 años. Según las cifras oficiales que publica el Registro Nacional de Datos  de Personas Extraviadas o Desaparecidas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hay más de 30 mil personas desaparecidas en el país, aunque los familiares de los afectados por este crimen aseguran que las cifras podrían ser al menos del doble.
El registro de personas desaparecidas se divide en un recuento de las denuncias que existen e investiga la justicia federal son mil 161 al 31 de diciembre de 2017. De ellas, 970 denuncias corresponden a hombres y 191 a mujeres. Por nacionalidad, son 981 mexicanas, 167 extranjeras y 13 de las que no se especifica. Además cuenta con una tabla en la que se pueden observar las edades más recurrentes de las investigaciones a nivel federal, siendo de 15 a 39 años donde las cifras se cargan más con 666 casos, que representan el 57 por ciento.
Las desapariciones que investiga la justicia federal se registran destacadamente en Guerrero donde han ocurrido según estos datos 347 desapariciones, le siguen Veracruz, con 202; Tamaulipas, con 132; Michoacán, con 51 y la Ciudad de México con 50 casos cada una. Morelos registra 18 casos sólo del fuero federal. En esta tabla, Colima y Campeche registran un solo caso. El único estado que no aparece en las cifras es Baja California Sur.
Pero la cifra se dispara en cuanto a la justicia del fuero común, es decir, los casos que le toca atender a los estados del país. Ahí los datos se disparan a 33 mil 513 casos, de los cuáles 24 mil 722 son hombres y 8791 mujeres. En cuanto a la nacionalidad, 31 mil 295 son mexicanas, 197 son extranjeras y en 2 mil 21 casos no se especificó la nacionalidad. Respecto de la edad, la gran mayoría de las personas desaparecidas se concentran más o menos en los mismos rangos de edad entre 15 y 39 años, siendo 20 mil 407 personas, correspondiente al 60.89 por ciento del total.

La situación en los estados se distribuye así. Tamaulipas tiene el mayor número de desapariciones en el país con 5 mil 991, le sigue el Estado de México, con 4 mil 217 casos; Jalisco, con 2 mil 971; Sinaloa, con 2 mil 819; Nuevo León, con 2 mil 560; Chihuahua, con 2 mil 99; Puebla, con mil 695; Coahuila, con mil 630; Guerrero, con mil 374; Sonora, con mil 288; y Michoacán, con mil 59. Los otros estados tienen menos de mil casos. Morelos anunció denuncias del fuero común por 259 casos.
Pero los casos se multiplican. Recuerde que sólo son cifras oficiales. La verdad es que miles de familias continúan recibiendo la misma estúpida respuesta de las autoridades cuando se acercan a denunciar la desaparición de una joven o de un familiar: “¿no se habrá ido con el novio?”. Pero además, en los últimos años el homicidio doloso se ha multiplicado, y miles de cuerpos son abandonados en las calles, barrancas, caminos, canales de riego o ríos. Esos cuerpos son levantados y nunca se hace nada para identificarlos, en el peor de los casos se les pone en fosas clandestinas creadas por el propio gobierno, como en Tetelcingo y Jojutla. Por otro lado, la propia delincuencia organizada, la que no usa uniforme, también cava sus propias fosas, de las cuales miles han sido descubiertas por los propios familiares.
La tragedia que atraviesa México ha tomado varias décadas, pero la hemos vivido con mayor crudeza en los últimos 12. Pueblos como Argentina y Chile han tomado más de 40 años para recuperar la memoria, la verdad y la justicia. México necesitará mucho más, porque además, todavía se encuentra en el ojo del huracán, no se ve que la estupidez que nos ha traído a este momento en la historia se vaya a detener pronto. Dado que no hay una primera solución que detenga estos crímenes, encontrar la paz con justicia y dignidad es aún más lejana.
Estamos perdiendo esta generación y lo peor es que no será la única. Y cuando miramos la competencia electoral, descubrimos que no hay horizonte, porque nadie está pensando en esta agenda, la del dolor, la de la tragedia, la de las víctimas.
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lunes, 26 de febrero de 2018

Día de la Bandera: México de cabeza

Jaime Luis Brito
Foto: El Debate

El Día de la Bandera era una fecha muy importante para el país. Con la llegada del neoliberalismo, los días feriados pasaron a ser, oficialmente, para el consumo y la “reactivación” de la economía, como si el mercado interno dependiera de los puentes vacacionales. Los gobiernos de los últimos 40 años fueron trivializando la historia y convirtiendo a los villanos tradicionales en los nuevos héroes y referentes, en tanto bajaban de los pedestales a aquellos que consideramos los máximos caudillos del México forjado en la Revolución, la que fue derrotada por los burgueses nacionales que terminaron asesinando a los Zapatas, los Villas y otros tantos.
Me refiero hoy a lo ocurrido el sábado pasado, cuando Enrique Peña Nieto encabezó la última ceremonia a la Bandera Nacional antes de que el próximo 1º de diciembre entregue la Presidencia del México. La colocación del Lábaro Patrio con el escudo nacional de cabeza se prestó para la burla en las redes sociales y para la molestia de quienes conservan todavía un sentimiento nacionalista que lo mismo se enfadan por que se usen calzones tricolores que cantan fervorosamente el himno nacional en el inicio de los partidos de la selección mexicana.
La verdad es que la Bandera Nacional es, probablemente, el único símbolo patrio que continúa uniéndonos a la mayoría de los mexicanos, dentro y fuera del país. Ni el himno nos reúne. Hay propuestas para cambiar este cántico que tiene representado al país más de 150 años, pues se considera que es muy bélico. ¡Y claro que lo es! Se escribió en medio de varias invasiones de franceses y norteamericanos. Y cuenta, como si de una tragedia griega se tratara, la forma en la que “el cielo un soldado en cada hijo te dio”.
La bandera mientas tanto, sigue representándonos y seguramente identificándonos a la mayoría de los que nacimos en estas tierras. En todo caso, la celebración del Día de la Bandera de este 2018, el Lábaro Patrio fue colocado con el escudo de cabeza y eso provocó una catarata de reacciones. En todo caso, parece más bien una metáfora de lo que pasa con el país. Durante los últimos gobiernos, México se puso de cabeza. La pobreza creció en forma irracional. La desigualdad en el ingreso es abismal, pues mientras tenemos entre nosotros a los mexicanos que pueblan la lista de la revista Forbes cada año, como entre los hombres más ricos del mundo, tenemos también a millones de mexicanos que viven en la absoluta pobreza y están condenados a vivir en un país que no los reconoce como propios.
A la desigualdad se suman la corrupción de la mayoría de los integrantes de una clase política que han establecido otro abismo, el que los separa de sus gobernados. La política y la función pública ha dejado su esencia de servicio (que probablemente nunca la tuvo como tal en nuestro país) para convertirse en una chamba. El gobierno se ejerce ahora como patrimonio personal de quien o quienes ejercen el poder. Llegar a un cargo de elección popular o a una función pública implica de suyo la oportunidad de enriquecerse a costa de los recursos públicos. La corrupción es la divisa de la mayoría de los políticos profesionales. Sólo mire a su alrededor. Graco se convirtió en el campeón de la corrupción de los gobiernos estatales, no lo digo yo, lo demuestran varios estudios.
A ello se suma la impunidad. La corrupción ha hecho que la clase política construya pactos de impunidad. Así que cualquiera puede hacer lo que se le pegue la gana sabiendo que no le pasará absolutamente nada. Un político hace mal, se denuncian los hechos, pero nadie actúa, porque este político sabe “algo” que puede poner en evidencia a quienes lo pueden investigar, creando así un círculo vicioso que termina por evitar que se actúe contra las corruptelas y crímenes de los gobiernos.
Particularmente los últimos dos gobiernos han teñido de sangre el suelo mexicano. Su estupidez ha convertido a este país en un infierno aún peor de lo que ya era en los 80 y 90. A la falta de una verdadera democracia, los gobiernos de la “alternancia” respondieron la democratización de la muerte. Hoy el crimen y el gobierno se confunden. Unos son delincuentes comunes y los otros organizados. Unos trabajan de civiles y otros uniformados. El pacto de impunidad deja pasar las corruptelas, pero también los crímenes de lesa humanidad, haciendo que la vida no valga nada.
Hoy se puede asesinar, desaparecer o hurtar sabiendo que no pasará nada. Por eso, la Bandera Nacional de cabeza es una buena imagen de lo que vive el país. Pero también puede ser a futuro, porque en el horizonte no se observa con claridad a alguien que puede colocar al país sobre los pies y caminando. La verdad es que las opciones menos malas se ven nebulosas y sin claridad, pues han ido sumando todo el cascajo posible. Mientras que las opciones tradicionales se ven tan desdibujadas que en realidad sí pueden ser peores a lo que vivimos hoy. O sea que no hay mucha esperanza de que esto cambie pronto.
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jueves, 22 de febrero de 2018

Graco, desvíos infames

Jaime Luis Brito
Protesta contra Graco Ramírez en Morelos / Foto: Zona Centro Noticias

Graco Ramírez, ese que anda en campaña amenazando a la población con que si no votan por su hijastro Rodrigo Gayosso Cepeda, los programas sociales desaparecerán, desvío durante 2016 más de 2 mil millones de pesos. Es decir, sólo en un año, la familia Ramírez Cepeda saqueó lo correspondiente, más o menos, al 10 por ciento del presupuesto total proyectado en ese año. ¡Sólo en un año!
Según la información de la Auditoría Superior de la Federación hace unos días, correspondiente a la revisión de la Cuenta Pública 2016, estados y municipios desviaron en total recursos por más de 98 mil 102 millones de pesos durante ese año. Morelos se encuentra entre los estados con mayores desvíos detectados. La lista de entidades con mayores irregularidades es la siguiente:


Es posible que el gobierno de Morelos diga que aparece en el número 12, casi a la mitad de la lista total de estados. Esa es una forma de leer la lista. Pero la otra, la que realmente pone las cosas como son, es el hecho de que Morelos proyectó para 2016 un presupuesto total de alrededor de 20 mil millones de pesos, así que el desvío es de alrededor del 10 por ciento total de lo proyectado.
En tanto, la Ciudad de México, por ejemplo, fue observado en un monto de poco más del 1 por ciento del total de su presupuesto para 2016, proyectado poco más de 181 mil millones de pesos. En realidad, Morelos debería ser comparado con el Veracruz de 2016 que era gobernado por Javier Duarte de Ochoa, donde el presupuesto proyectado para ese año fue de cerca de 102 mil millones de pesos, y la Auditoría Superior de la Federación observó desvíos de más de 12 mil millones de pesos, correspondiente a poco más del 10 por ciento:


Los 2 mil millones de pesos desviados en Morelos corresponden sólo a 2016, antes la Auditoría Superior de la Federación ya ha consignado los de 2013, 2014 y 2015. Pero además, no se olvide que el gobierno de Graco Ramírez ha aumentado de manera irracional el endeudamiento de la entidad, pasando de casi dos mil millones de pesos cuando se fue Marco Antonio Adame Castillo a casi diez mil millones de pesos y todavía faltan unos meses para que termine la pesadilla que representa el tabasqueño.
El problema es que Morelos sigue padeciendo serios problemas por carencia de infraestructura básica: hospitales, vías de comunicación en buen estado, escuelas. Y a ello se suman las múltiples denuncias que han hecho municipios a lo largo del sexenio por la falta de recursos públicos y procesos de rasurado en las partidas presupuestales. Y falta aún conocer la información del manejo de los recursos para la reconstrucción.
¿Dónde quedó todo ese dinero, don Graco? ¿Será que ya comenzamos a verlo en la precampaña de su hijastro? ¿Será que lo veremos en la campaña? ¿La última esperanza de trascender en el poder después del 30 de septiembre? Votar por Rodrigo Gayosso Cepeda es votar por la misma corrupción criminal de Graco Ramírez.
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